11.5.09

Malentendido

Malentendido
Para "Siempre se vuelve"

Durante mucho tiempo, cuando era niño y asistía a misa, porque el hacerlo me iba a salvar de algo que no recuerdo, me parecía oír al cura una frase que me confundía y me provocaba ciertos temores. La frase en cuestión era "cordero de dios que quitas el pescado del mundo, danos la paz". No tengáis en cuenta mi evidente deficiencia auditiva, que se solucionó cuando mejoré mi higiene y mi familia aprovechó para encerar gratis el parqué, al menos tres veces.

El caso es que le daba vueltas a esa frase y no la podía entender. Me solía hacer las siguientes preguntas, ¿la escasez de pescado era por causa de los corderos?; si esto era así, ¿cómo hacían los corderos para quitar el pescado del mundo y a quién se lo quitaban? Nunca había visto ni había oído hablar de un cordero que supiera pescar. Y de todo esto, ¿qué tenían que decir los pescadores?. Según mi interpretación, los corderos nos daban la paz y nos quitaban el pescado, plato, este último, que siempre satisfizo con holgura mi paladar.

Por oposición, el pescado me parecía un elemento capaz de provocar una guerra; el cómo podría hacerlo, aún me generaba más angustia. Me imaginaba una legión de habitantes submarinos conspirando contra dios y sus corderos, planeando incesantes guerras, a saber con qué métodos perversos. De acuerdo con lo que decía la televisión en aquellos tiempos, iban ganando los pescados porque siempre había una guerra, lejos, eso sí, en Vietnam, pero había una. O sea, que ese dios omnipotente y con ganado lanar, del que me hablaba el cura, iba perdiendo.Era una contradicción. Si perdía siendo omnipotente, era porque se dejaba ganar, y si se dejaba ganar no nos daba la paz, sino la guerra.

Viví bastante tiempo de mi infancia sin saber si blasfemaba, sospechando de los peces, y observando a todo cordero que estuviese a mi alcance, por si se acercaba al mar. Hasta que pude oír la frase correctamente, allá por mayo del año 68. Pero entonces descubrí que me gustaba más como en un principio la había entendido. Ya no había preguntas, sólo ruegos. No había nada a descubrir, estaba todo claro. Mientras comas su cordero, dios te quita los pecados, te da paz, y te sube el colesterol. Debo confesar que esta certeza provocó una ausencia de moralidad total en un periodo de mi vida, además del consecuente riesgo de infarto.

Si tenía un ataque de ira, comía cordero. Si amaba con todas las imprescindibles variantes de la lujuria, comía cordero.Y así, cualquier pecado diario que cometiese tenía su inmediato perdón zampándome unas chuletas, o cualquier otra parte del cordero.La verdad es que ahora ya no tengo la convicción de haber interpretado bien la frase. Y os puedo asegurar que no se debe a la cera que pueda o no almacenar en mis oídos. Lo cierto es que me cuesta creer que dios exista y que, además, sea propietario de un cordero. No espero el perdón, ni siquiera sé si es necesario.

Existe el pecado, sí, y también existen las sardinas.

Heriberto Berón

No hay comentarios.: